miércoles, 17 de marzo de 2010

Un adelanto

Estimados compañeros de doctorado: Quiero hacerles una presentación sencilla, como una aproximación al tema del pensamiento lateral. Como les digo es muy sencilla y quizas poco profunda para la exigencia del entorno en que estamos, pero es mi experiencia y no quería dejarla pasar sin compartirla con ustedes. Estoy escribiendo algo más que en lo sucesivo lo publicaré.
Gracias por su atención. Eddy Luz.


EL PENSAMIENTO LATERAL: UNA VISIÓN DESDE LA COTIDIANIDAD

Conocer acerca de este tema ha hecho un impacto favorable a mi vida profesional, personal y académica y tal impacto me ha llevado a realizar estas reflexiones que hoy quiero compartir con ustedes.

Como alternativa de pensamiento para un mejor disfrute y saber abordar nuestro entorno altamente dinámico y complejo, el pensamiento lateral ha sido definido por Julio César Arboleda en su libro El pensamiento lateral y aprendizaje como “La serie de operaciones mentales, estrategias y representaciones que alguien usa en su experiencia de mundo en razón de capturar las situaciones, fenómenos y objetos de conocimiento como unidades complejas y de diversas dimensiones”. Desarrollar este pensamiento es un desafío, sobre todo para quienes hemos sido formados con un pensamiento único, secuencial y lógico.

El pensamiento lateral permite decisiones a partir de una variada gama de alternativas. Estamos acostumbrados a ser críticos de las opciones que se salen de nuestro marco de alternativas “correctas” o las que categorizamos como el deber ser. Miramos sin ver, y cuando esto sucede frente a un problema u opciones fuera de nuestro contexto, tenemos limitaciones, nos sentimos incapaces y dimensionamos por encima de lo real la situación.

Un primer paso para adquirir la destreza de ver más allá de lo obvio es, según Arboleda (2007), reconocer la limitación del desarrollo del pensamiento lateral, ya que “este tiene relación con la capacidad de ver lo que rutinariamente sólo miramos”. Y la verdad es que esta capacidad no viene con el individuo. Estamos tan acostumbrados a hacer las cosas de la misma manera siempre que no vemos más allá de nuestras narices, de lo que está frente a nosotros y esto nos impide desarrollar percepción, imaginación, creatividad e intuición. Ser conscientes de nuestra limitación nos convierte en candidatos para aprender a usar el pensamiento lateral.

Ahora bien, miramos sin ver aquellas cosas que nos están impidiendo a diario salir de la comodidad en la que estamos, a la que nos hemos acostumbrado, a seguir pensando como pensamos. Evitamos vivir la incomodidad de emigrar del preciado territorio en el que no hacemos nada diferente (Arboleda, 2007). En este estado, la vida se nos pasa sin un propósito, haciendo siempre las mismas cosas. La complejidad en la que estamos inmersos requiere que tengamos claro un proyecto de vida, no podemos enfrentar el mundo actual con pensamientos como “así es como lo he hecho siempre o, así es como lo aprendí ó, por qué hacerlo diferente si hasta ahora ha funcionado”. Estamos viviendo un momento de tanto dinamismo que debemos enfrentar situaciones impensadas, debemos hacerles frente pues es la realidad que vivimos, así que requerimos de percepciones y actitudes dinámicas, aprender, ser y actuar de manera flexible, de emanciparnos a la rutina y tomar acciones nuevas que mejoren nuestra calidad de vida.

¿Cómo entonces podemos vernos desde esta perspectiva del pensamiento lateral y considerar la importancia de adoptarlo como parte de nuestra compleja humanidad? A esto Arboleda responde:




“Viéndonos de una manera panorámica, como seres sociales, políticos, éticos, morales, autónomos, históricos, ecológicos, psíquicos, físicos, culturales, espirituales, estéticos; dimensiones cuyo desarrollo determina la calidad de persona que seamos o deseemos ser” (p. 25).





Considerando pues nuestra esencia en cada dimensión y como un solo ser compuesto de estas, no podríamos adoptar en nuestra vida un esquema rígido para enfrentar la vida, sería imposible adaptarlo a la complejidad que nos caracteriza.

Ahora bien, este pensamiento lateral no es algo nuevo que mágicamente busca solución a las cosas, no podemos descartar la importancia que tiene y ha tenido siempre el pensamiento vertical, ambos tienen en común que son procesos mentales conscientes y deliberados, su diferencia radica en el modo de empleo de la información y el enfoque para utilizarla.

Los pensamientos lateral y vertical se complementan entre sí. El pensamiento lateral provee la posibilidad al racionalista de confiar en la submente y el no racionalista de valorar las bondades de la razón (Arboleda, 2007), esto significa que el pensamiento lateral no pretende descartar el pensamiento lógico y se presenta como alternativa que fortalece el pensamiento lógico.

Tal como lo expresa De Bono (1986), no es que el pensamiento lateral venga a ser la panacea, la mejor manera de resolver dificultades, de tomar decisiones, ni tampoco se trata de decidir si este es más eficaz que el razonamiento lógico, tal y como se dijo antes, ambos son complementarios; sin embargo, las bondades del pensamiento lateral se presentan como alternativa ante la consideración de que el pensamiento vertical es la única forma de pensamiento efectivo.

Introducir al proceso cognitivo de solucionar problemas y tomar decisiones las funciones del pensamiento lateral, permite mirar desde la intuición y la imaginación las impensables soluciones que se pudieran dar en tales situaciones, esto es absurdo desde el punto de vista de las funciones del pensamiento vertical, el cual interviene también es este proceso, pero justamente de eso se trata, buscar alternativas que la lógica y la razón descartarían como posibles de adoptar.

La experiencia que he tenido en mi vida personal al tener conocimiento de este tema se reduce a considerar las respuestas de mi hija como posibles soluciones a situaciones que hemos vivido en la cotidianidad. Desde la perspectiva infantil, los problemas más complejos a los adultos se logran solventar con respuestas simples que los niños son capaces de dar y que nos dejan asombrados con ellas. Como ejemplo les relato lo siguiente: Ella trae una convocatoria para una reunión hoy a las 4:30 de la tarde y como siempre mi esposo y yo, ante todas las responsabilidades laborales que tenemos no hacemos más que mirarnos y con la mirada va implícita la pregunta: ¿Vas tú o voy yo? Quien sea el que vaya, ella desea acompañarlo, pero no por ser amable con nosotros, intrínsecamente su intención es encontrarse con sus amiguitos, así que arma su plan: - Mami, tú haces esto y aquello y tu papi, haces esto y yo acompaño al que vaya. El plan no es ni absurdo, pero cuál es mi reacción primaria?: NO, así no será! Ante esta mi respuesta y sin una “razón lógica”, según mi criterio, ella se echa a llorar y comienza a darme los motivos de su propuesta. Créanme que ante su argumentación y por supuesto, usando lo que he aprendido con esto del pensamiento lateral, me dejó sin modo alguno de argumentar yo mi “razón lógica” porque tal razón no es más que “lo que siempre y hasta ese momento era lo que se hacía”.

Quizás sea un ejemplo simple y que cotidianamente, para los que tenemos hijos pequeños, esto sea común, pero yo les invitaría a reflexionar acerca de cómo estamos manejando nuestras emociones donde la lógica en la gran mayoría de las veces no hace más que alejarnos de los seres a quienes amamos.

Mirar a través de los ojos de nuestros pequeños nos brindaría un amplio espectro de soluciones tan sencillas a esas dificultades, que por no darnos el tiempo para reflexionar convertimos en grandes problemas. Mirar la vida tan sencilla como que ante la pérdida de un ser querido los niños no piensan en pérdida sino que simplemente se han separado momentáneamente, y lo digo con propiedad, pues al vivir esa experiencia, mi pequeña me dijo, luego de la muerte de su hermanita: “Seguro la abuela le está dando teta allá en el cielo”. Es así de sencillo.

Dejemos sólo de mirar, comencemos a ver más allá del horizonte complejo que tenemos enfrente. Hay que dar paso a la lateralidad del pensamiento, dejar que fluyan la intuición e imaginación, equilibrar la rigidez con la flexibilidad, permitir lo que no es evidente, de esta manera podremos llegar a resolver problemas con menos tensión y por qué no hasta llegar a disfrutarlo.

REFERENCIAS
Arboleda A. Julio C(2007). El pensamiento lateral y aprendizaje. Colección Aula Abierta, Cooperativa Editorial Magisterio. Bogotá.
DeBono, Edward(1986). El pensamiento lateral. Manual de creatividad. Editorial Paidos SAICF. Defensa 599. Buenos Aires.

3 comentarios:

  1. Está demás decirles que estoy abierta a sus críticas y comentarios

    ResponderEliminar
  2. Eddy; quizás sea sencillo y cotidiano el ejemplo, pero creo que tu ensayo concentra la esencia del pensamiento lateral, ese que en general no tenemos los profesores de Matemáticas, pero muy necesario para no frustar la creatividad de nuestros alumnos. Ya he tratado de ponerlo en práctica. Liliana Lima

    ResponderEliminar
  3. Eddy Luz, me parece muy interesante la mamera en que desarrollaste el tema. Es un ejemplo secillo pero da una buena luz sobre el tema tratado.
    Tal y como lo mencionas, el pensamiento lógico y el lateral no deben competir, sino se debe trabajar con ambos para lograr mejores resultados.
    El pensamiento lateral nos permite ser creativos, generar mayor cantidad de alternativas posibles para solucionar problemas, que luego serán analizadas mediante el pensamiento lógico para seleccionar la óptima.
    Lo importante es tratar de hacer las cosas de una manera diferente, saliendo de la rutina, con el fin de activar el pensamiento lateral

    ResponderEliminar